Tus
ojos de firmamento se nublaron y te delataron,
aparecieron
inclemencias cargadas de llanto
que
como ríos bajaron cuenca abajo.
La
paz era oculta a mis ojos que vieron el mundo,
que
lo vieron casi todo,
y
leyeron considerables pensamientos filósofos.
Sobrevinieron
los días en que fui prisionero,
atado
a cadenas, grilletes y zarzamoras iba cargando,
lloraste
por mí que entre murallas estaba encerrado.
Y
en la noche más oscura que tú hayas creado
ofreciste
súplicas con gran clamor, lágrimas y ruegos;
sanaste
mis heridas, llenaste mi vida y libraste mi cuerpo.
Y
no tuve que buscar más si ya estaba contigo,
todas
las respuestas las encontré en el desierto,
bajo
la cruz y con la lluvia fueron apareciendo.
Amor
y perdón en el mundo no encuentro,
tu
amor y verdad me hizo libre como el viento,
y
aún entre rendijas a donde vaya yo te veo.
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