La vida incierta como el día de nuestra muerte
Me
trajo aleatorio a este lugar de concreto y ladrillo,
Me
trajo la ingeniería que hace realidad la ciencia
La
misma que me duele hoy con mis ojos de niño.
Una especie hippie emerge de mi sensible
corazón
Con
ideas que divagan en mi mente como remolinos,
Entre
cimentación, hidráulica, estructuras, enchapes,
Mampostería,
vigas, planos, palustre y rodillos.
Me duele cuando germina de mi espíritu
el naturalismo,
Las
flores, los pájaros, iguanas, micos, colores y hormigas:
Ellas
caminan diminutas sobre mis planos amarillos,
Sobreviven
pequeñas en esta tierra ahora cimentada.
Fue la familia de micos que saludaba
cuando caminaba;
Anochecía
y salían las ranas pero fueron aniquiladas,
La
luna jamás se volvió a ver en sus charcos reflejada,
Si
no la estructura que se levanta para maestros y niños.
¡Ay como me duele!
Como me pesa hoy el híbrido ingeniero en
que me he convertido,
Un
industrial que admira todavía los paisajes con animales y ríos,
Los
respeta, llora y pide perdón a Dios y a la noble naturaleza,
Esa
bella creación casta e inocente que empezó a morir
Cuando
nosotros los hombres promovimos el pensar.
¡Ay
como me duele! ser ingeniero y no poeta.
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